A finales de los años 50 del siglo XX, el fisiólogo e investigador
norteamericano, no médico, llamado Ancel Keys, propuso la conocida “teoría de los lípidos”, en la que se decía que
“a mayor consumo de grasa saturada, mayores problemas
cardiovasculares”.
Para llegar a esta conclusión, demostró con unos gráficos muy
llamativos que, en 7 países distintos, cuanta más grasa saturada se comía,
mayores índices de enfermedad cardiovascular. Pero en realidad era un estudio
con 22 países, de los cuales rechazó los resultados de los otros 15 porque no
le confirmaban “su teoria”
Este señor, que tenía poder político, influyó en que, en los años
70, se formase en EEUU un Comité formado por políticos, y no por médicos ni
científicos, para comprobar estos datos y llegaron a la conclusión de que el
consumo de grasa saturada causaba enfermedades cardiacas.
Al mismo tiempo un médico, un científico y nutricionista inglés de
gran prestigio llamado John Yudkin y que había publicado artículos en revistas
tan prestigiosas como The Lancet o Nature, fue uno de los que creía que las
enfermedades de corazón no estaban causadas principalmente por el consumo de
grasas.
Y señaló al azúcar y al exceso de insulina como el culpable de
muchos problemas de salud.
El estudio Frarmingham fue el más importante sobre el colesterol.
Este estudio se puso en marcha en 1948 con la participación inicial
de unos 5.000 mujeres y hombres sanos de esta ciudad de entre 30 y 62 años, y
en el que actualmente se incluye la tercera generación de participantes.
Durante más de 60 años los investigadores han recogido datos sobre las
enfermedades cardiovasculares y sus factores predisponentes.
Los científicos descubrieron que entre las causas de la
enfermedades cardiovasculares se encontraban la hipertensión, el tabaco y
sedentarismo.
La industria farmacéutica se inventó la enfermedad de colesterol
alto. Y luego inventaron las Estatinas (1980), uno de los medicamentos más
vendidos.
Lo que termina ocurriendo es que las personas sustituyen las grasas
por carbohidratos simples y el azúcar, que al estimular la insulina, se
convierten rápidamente en altos triglicéridos.
Atención: Las grasas saturadas y las llamadas grasas trans no son
lo mismo
Los niveles de colesterol bajo están asociados con múltiples
problemas de salud, tanto cardiovasculares como neurológicos. Lo que sí que
padecemos exageradamente, hoy en día, es un creciente nivel de inflamación que
destroza nuestras arterias, el corazón y, por ende, el resto de nuestros
órganos vitales.
En 1961 Mathur analizó los niveles de colesterol y el grado de
arteriosclerosis en 20 autopsias, así como otros 200 casos de literatura
científica y fue imposible hallar un vínculo entre el colesterol y la placa
arterial.
En 1963 el Dr. J. C. Paterson y su equipo realizaron un seguimiento
de 800 veteranos de guerra durante años, realizando regularmente análisis de
sangre controlaron los niveles de colesterol durante gran parte del tiempo en
el que normalmente se desarrolla la aterosclerosis (entre los 60 y 70 años). No
encontraron ninguna conexión entre el grado de aterosclerosis y el nivel de
colesterol sanguíneo; los que poseían bajos niveles de colesterol padecían
aterosclerosis en el mismo grado que aquellos con altos niveles de colesterol.
En 2002, en UCLA, Horwich investigó la relación entre los niveles
de colesterol plasmático y el riesgo de fallo cardíaco. Los niveles de
colesterol alto se asociaron con los mayores índices de supervivencia y mejor
pronóstico, mientras que los niveles más bajos fueron los que peor pronóstico y
peor tasa de supervivencia mostraron, ahí es nada
Otro estudio de 2003, investigadores del Hecht and Harman of Beth
Israel Medical Center de Nueva York emplearon tecnología de tomografías para
comprobar hasta qué punto los medicamentos y terapias para reducir el
colesterol reducían a su vez la placa. La diferencia encontrada fue de cero.
Los autores del estudio afirmaron que la creencia de que cuanto más bajo sea el
colesterol LDL (llamado ‘malo’), mejor, no está sustentada por los cambios en
la progresión de la placa aterosclerótica.
En 2009 la American Heart Journal publicó un seguimiento del Dr.
Gregg C. Fonarow realizado entre 2000 y 2006 en 541 hospitales con 231.986
ingresos por enfermedad cardio-vascular donde la mitad de los pacientes tenían
el colesterol bajo, con lo que resulta inverosímil realizar una atribución
causal entre el colesterol alto y el riesgo cardiovascular.
Existe un macro-estudio del 2012 de la Universidad de Ciencias
Petursson en Noruega, con 57.087 personas durante 10 años, que encontró que un
colesterol bajo aumenta la mortalidad y que no hay relación entre el nivel del
colesterol y las enfermedades cardiovasculares. De hecho, mirando las mujeres
vieron que el colesterol moderadamente alto es cardio-protector y además se
asocia con una disminución de la mortalidad por cualquier causa
Es curioso leer el estudio de The American Heart Journal de 2009,
con 136.905 pacientes ingresados en hospitales en los Estados Unidos con un
ataque al corazón demostró que casi el 75% tenía niveles «normales» de
colesterol.
Quizá el estudio más sorprendente es el hecho en de la Universidad
de Kyushu en 2007 que encontró que la disminución del colesterol por medios
farmacológicos aumento la mortalidad total en población japonesa.
Además, siguiendo con los efectos secundarios de las Estatinas,
investigadores de la Universidad de Nottingham, en 2010 encontraron que las
estatinas incrementaban
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Publicado
por ”Isis Alada” Vida Sana🌹
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