Hasta qué punto nuestros hábitos alimentarios influyen en la salud
de nuestros hijos...
La flora intestinal:
un regalo, o una condena desde el nacimiento.
Mientras usted se encontraba en el vientre de su madre, su tubo
digestivo era estéril.
Sin embargo, a las 72 horas de nacer ya contenía mil billones de bacterias y levaduras procedentes, en el caso de los niños nacidos por parto natural, de la flora vaginal de la madre.
La flora vaginal depende en gran medida de la flora intestinal, así que las madres con una buena flora intestinal se la transmiten a sus hijos al nacer. Si por el contrario poseen cepas de bacterias y levaduras patógenas (causa de enfermedades), los bebés también las tendrán.
En el caso de los niños nacidos por cesárea, la microflora procede del entorno, es decir, del hospital. Si no se corrige a tiempo, la flora intestinal de origen hospitalario puede tener consecuencias terribles para toda la vida.
Posteriormente, la flora intestinal evolucionará según la alimentación, las enfermedades y, por supuesto, se verá afectada por los medicamentos que se tomen (sobre todo antibióticos).
Los alimentos ricos en fibra son buenos para la flora intestinal, así como los alimentos lactofermentados (chucrut, pepinillos, aceitunas…).
En cualquier caso, pueden darse situaciones en las que sea necesario aportar a nuestra flora algunos ingredientes que sirvan para ayudarla a recuperar, en poco tiempo, un equilibrio duradero.
Qué debe contener un buen producto probiótico
Los ingredientes dirigidos a restablecer el equilibrio duradero de la flora intestinal son:
Cepas “probióticas” que se encuentran quizá en cantidad insuficiente (en especial en el caso de los bebés nacidos por cesárea o aquellos cuya madre tenía una flora desequilibrada, y en todos los casos en los que la microflora ha sido alterada por factores endógenos o exógenos). Se han realizado ensayos clínicos en particular con cinco biotipos bacterianos, de los cuales cuatro son bacterias del grupo láctico (Lactobacillus acidophilus, Lactobacillus paracasei, Lactobacillus plantarum y Bifidobacterium lactis) y una del grupo propiónico (Propionibacterium freudenreichii).
Cofactores metabólicos indispensables para el crecimiento de la microflora probiótica (oligosacáridos prebióticos, vitaminas del grupo B, magnesio y manganeso).
Cofactores fisiológicos destinados a proteger y regenerar los enterocitos que forman la mucosa intestinal (fosfolípidos, lactoferrina, glutamina, inmunoglobulinas procedentes del calostro, carotenoides y vitaminas del grupo B).
Esta combinación de ingredientes activos que actúan en sinergia favorece la regeneración rápida de la microflora intestinal, sobre todo cuando se encuentra fuertemente alterada.
Publicado por
“Isis Alada”Vida Sana
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