Los aditivos de origen animal
que se pueden colar en tu dieta
No te puedes fiar. Los aditivos de origen animal se
encuentran donde menos te los esperas. Te ofrecemos la lista de "números
E" e ingredientes no aptos para veganos.
Manuel Núñez
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Si eres un consumidor consciente estarás acostumbrado
a realizar el siguiente ritual en el supermercado: leer la lista de
ingredientes de productos similares y quedarte con el que contiene
menos aditivos alimentarios. Y das por supuesto que será el de
más calidad y más sano.
Si tienes buena información, puedes discriminar entre
aditivos malos, menos malos e inocuos. Pero si eres vegetariano o vegano
tendrás que reconocer además los que son de origen animal o han recurrido
a materias animales en su proceso de producción. Entonces
las cosas se complican bastante.
Aditivos de origen animal
En pocos casos los aditivos revelan su origen animal
en el nombre. Muchos se ocultan tras un número E o
una denominación química que nos dice muy poco. Es necesario investigar cada
uno de los aditivos e ingredientes, labor a la que se han encomendado
asociaciones veganas y expertos en nutrición.
E 120 - Cochinilla, ácido carmínico o carmines
Se trata de un colorante natural que se obtiene
desecando las hembras fertilizadas de cochinillas escarlatas,
pequeños insectos que viven en los cactus.
E 441 - Gelatina
La piel que se desecha de la industria del cuero, los
huesos y los tejidos no aprovechables de los mataderos acaba convirtiéndose,
después de un proceso químico de transformación y depuración, en la gelatina
con la que se producenpostres infantiles y otros alimentos. La
gelatina acaba tomando forma de reluciente flan o se añade a tartas y a un
sinfín de llamativos productos.
E 901 - Cera de abejas blanca y amarilla
Además de proceder de las colmenas, la cera amarilla
puede contener impurezas, procedentes de los productos químicos que utilizan
los apicultores, con efectos sobre la salud.
E 913 - Lanolina. Es una secreción de las glándulas
sebáceas de las ovejas
Recién obtenida de los vellones es una sustancia
amarilla y marronácea maloliente, que se refina y acaba formando parte de la
composición de, por ejemplo, los chicles, entre otros muchos productos.
E 966 - Lactitol
Se obtiene del azúcar de la leche, la lactosa.
E 1105 - Lisozima
Aunque es posible fabricarla sintéticamente, la
lisozima es una enzima que se obtiene principalmente a
partir de la clara del huevo de gallina. Se encuentra a menudo
en los quesos en lonchas y para mejorar el aroma de judías y guisantes.
INOCUOS
4 aditivos que no deben preocuparte
QUÍMICOS Y SOBREPESO
Aditivos sospechosos
Otros aditivos pueden ser obtenidos tanto de tejidos
animales como de materias primas vegetales. La única manera de saberlo en un
producto concreto es que esté certificado como vegano.
La lista de estos aditivos dudosos es muy larga. En
algunas páginas webs se encuentran decenas, pero no siempre la información es fiable o está actualizada. En
muchos casos el origen animal era cierto hace unos años, pero los procesos de
producción han evolucionado y actualmente se obtienen a partir de cultivos
bacterianos o síntesis química.
Algunos de los aditivos que se usan frecuentemente y
que pueden ser con bastantes probabilidades de origen
animal son los siguientes:
E 422 - Glicerol
Es un disolvente que se obtiene tanto de fuentes
vegetales (de las habas de soja o del aceite de palma) como animales (sebo de
terneras, corderos, etc).
E 471 - Mono y digliceridos de ácidos grasos
Aunque se pueden extraer de varias semillas, la
principal materia prima son las grasas que pueden ser de origen animal, que se
tratan con glicerol (E 422).
E 631 - Inosinato disódico
Es un potenciador del sabor que se puede obtener por
fermentación de azúcares, pero frecuentemente se fabrica a partir de materias
primas de origen animal.
ADITIVOS
Dentro de los aditivos dudosos habría que sumar los aromas naturales y algunos ingredientes funcionales (aquellos
que aportan algún valor nutricional):
Ácidos grasos omega-3
El prestigio saludable de esta familia de ácidos
grasos hace que se hallen entre los más añadidos a una amplísima variedad de productos comerciales. Para
los veganos el problema es que se obtiene generalmente de pescados, aunque
podrían extraerse de algas.
Vitamina D
La vitamina D con que se enriquecen algunos alimentos,
especialmente cereales para el desayuno y leches vegetales, suele ser de origen
animal: se obtiene de la lanolina de la lana de oveja.
Es posible enriquecer con vitamina D2, de origen vegetal,
pero la única manera de estar seguro de que esta ha sido la opción elegida es
que aparezca especificado en la lista de ingredientes o que el producto posea
una certificación vegana.
Los aditivos ocultos sin etiqueta
En los productos frescos que se venden a granel no existe la obligación de informar sobre los
aditivos utilizados, y algunos pasan inadvertidos y también pueden ser de
origen animal.
Es el caso del E 904, la goma
laca, que se utiliza para proteger y dar un atractivo brillo a,
por ejemplo, las manzanas, los aguacates y las naranjas. Se obtiene de la
secreción de las hembras de un pequeño insecto rojo, llamado gusano de la laca
(Laccifer lacca).
Además de los alimentos y aditivos de origen animal,
los vegetarianos y veganos también evitan los alimentos en cuya producción de
han utilizado materiales de origen animal. Por eso existe el vino y la cerveza veganas, porque sus
elaboradores han evitado el uso de filtros clarificadores a base de gelatina
animal.
Pero es menos conocido que estos filtros también se
utilizan para filtrar la pulpa de los zumos de frutas…
una razón más para consumir las frutas enteras o preferir los que conservan la
fibra.
En la producción de otro producto tan común como el azúcar de caña también se recurre a menudo a un
producto de origen animal, el carbón de hueso.
Como ves, no es fácil estar seguro de que el alimento
comercial más aparentemente vegetal esté relacionado de alguna manera con
aditivos y materias primas de origen animal. La garantía la encontrarás en los alimentos vegetales naturales y enteros y en
los productos que cuenten con una certificación vegetariana o vegana
E-321, el aditivo que te da
hambre
¿Engordas y no sabes por qué? Algunos productos
químicos presentes en los alimentos y el medio ambiente hacen más difícil que
nos sintamos saciados, entre ellos un conservante utilizado en los cereales de
desayuno.
Mayra Paterson
·
Nuestro apetito está regulado por hormonas, y algunas
sustancias químicas que interfieren en su funcionamiento podrían boicotear nuestra sensación de saciedad. Estas
sustancias obstaculizarían las señales que el sistema digestivo envía al
cerebro para avisarle de que tenemos el estómago lleno y hemos comido
suficiente.
Así lo ha observado en células madre humanas un equipo
de científicos del Centro Médico Cedars-Sinai de Estados Unidos tras analizar
concretamente los efectos de tres sustancias en los mecanismos de regulación
del apetito: el butilhidroxitolueno (BHT),
el ácido perfluorooctanoico (PFOA) y el tributilestaño (TBT).
Las tres sustancias se encuentran en la cadena
alimentaria, a la que pueden llegar por diferentes vías. La primera es un aditivo alimentario que se usa habitualmente
como conservante en alimentos muy diversos. También es el que presentó el
efecto perturbador más marcado.
Disruptores endocrinos que interfieren en el apetito
La selección de las sustancias no es arbitraria. Las
tres abundan en nuestro entorno, están consideradas como disruptores
endocrinos, y estudios previos las han relacionado con un aumento del riesgo de obesidad.
El estudio, publicado en la revista Nature Communications, sugiere
que al alterar las hormonas que regulan la comunicación entre el sistema
digestivo y el cerebro, estas sustancias podrían llevar a comer más de lo necesario y a ir ganando
peso con el tiempo.
SALUD AMBIENTAL
Anteriormente ya se había asociado la exposición a
disruptores endocrinos a un mayor riesgo de sufrir sobrepeso y obesidad, pero
solo mediante estudios hechos en animales. Ahora este estudio arroja luz al
apuntar que este tipo de sustancias obesógenas podrían
actuar influyendo en nuestro sistema de regulación del hambre.
No dejan que te sacies y alteran el metabolismo
Los investigadores se valieron para realizar el
estudio de tejidos productores de hormonas obtenidos a partir de células madre humanas, un método que abre
una nueva vía para estudiar el efecto de los disruptores endocrinos en
personas, sin recurrir a animales.
A partir de células madre obtenidas de muestras de
sangre se desarrollaron dos tipos de tejido: epitelial –como el que recubre los
intestinos– y neuronal –como el del hipotálamo del cerebro, que se encarga de
regular el apetito y el metabolismo–.
Los investigadores estudiaron a continuación los
efectos de una exposición crónica de las células a los disruptores
endocrinos, tanto de cada una de las sustancias por separado como
combinadas entre sí.
Por separado, los tres compuestos afectaron a los
sistemas de regulación del apetito y el metabolismo, pero su efecto combinado fue aún más pronunciado. Por un
lado, volvían ineficaces a las hormonas mensajeras que envían señales de
saciedad. Por otro lado, causaban daños en las mitocondrias, la estructura de
las células que transforma los nutrientes y el oxígeno en energía.
Según Dhruv Sareen, doctor en ciencias biomédicas e
investigador del estudio, el hecho de que los daños se produjeran en células
jóvenes en una fase tan temprana de su ciclo de vida hace pensar que las
alteraciones hormonales podrían afectar especialmente al feto durante el embarazo.
El peor, el BHT: un conservante alimentario
El butilhidroxitolueno (BHT) es un antioxidante sintético procedente de la industria
petrolífera. Se utiliza habitualmente como conservante
alimentario a fin de evitar sobre todo que se enrancien las
grasas de ciertos productos.
En las etiquetas figura como el aditivo E-321 y suele utilizarse en combinación
con el E-320 o butilhidroxianisol (BHA), otro aditivo cuyos efectos sobre la
salud hormonal han sido cuestionados.
Dónde se encuentra el E-321
Al no degradarse con el calor, el BHT se incluye
en horneados y fritos, como galletas, patatas fritas o
repostería industrial. Puede encontrarse en algunos cereales de desayuno, frutos secos, sopas preparadas,
mazapanes, purés instantáneos e incluso chicles. Algunos cosméticos y productos
para el hogar contienen también este conservante.
Aparte de considerarse un disruptor endocrino, afecta
al comportamiento de sustancias carcinógenas y se ha asociado a alteraciones en
el sistema inmunitario, la sangre y el hígado. También es un reconocido
alérgeno.
Como otros tóxicos persistentes, se acumula en el tejido graso del organismo. Esto
hace que las mujeres, que en general tienen una mayor proporción de grasa en
sus cuerpos, sean más vulnerables.
Otras sustancias que alteran tus hormonas y te dejan
con hambre
Las otras dos sustancias analizadas en el estudio no
se emplean directamente en los alimentos, pero pueden llegar a ellos y se ha
detectado su presencia en nuestra sangre.
El ácido perfluorooctanoico (PFOA)
es un polímero que se ha empleado ampliamente como revestimiento antiadherente de sartenes, ollas y cazuelastipo
teflón, aunque en la actualidad existen alternativas libres de PFOA.
También se ha utilizado en hilos dentales y sobre todo
en prendas impermeabilizadas de montaña. Con cada
lavado la ropa libera partículas que contaminan el medio ambiente, donde pueden
permanecer durante mucho tiempo y acumularse en los organismos vivos.
La Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus
siglas en inglés) lo clasificó como disruptor endocrino en 2006 y se ha
asociado con varios tipos de cáncer y con problemas de tiroides y de
fertilidad. La Unión Europea limitó su uso recientemente, más de diez años
después.
COCINA SANA
En cuanto al tributilestaño (TBT),
su uso lleva ya una década restringido en la mayor parte del mundo. Este
pesticida se había utilizado sobre todo en la pintura de piscinas y barcos para
evitar que se incrustaran las algas.
Aunque no es un tóxico persistente, se degrada más
fácilmente en la superficie del agua que cuando sedimenta; por eso puertos y
marinas son las zonas donde más tiempo podría persistir. Resulta tóxico
para peces, moluscos y otros organismos acuáticos, en los
que se han observado efectos masculinizantes asociados a la exposición a esta
sustancia.
El sobrepeso más allá del sedentarismo y la dieta
Los disruptores hormonales analizados en este estudio
son solo una ínfima muestra de un gran número de sustancias sintéticas que se
ha demostrado que actúan como contaminantes hormonales. En los últimos años los expertos han alertado de
que el sedentarismo y la dieta no pueden explicar por sí solos el aumento del
sobrepeso y la obesidad en los últimos tiempos y que la exposición continuada a multitud de estas sustancias podría
estar favoreciéndolo.
Si bien este no es el primer estudio que relaciona
esta exposición con la tendencia al alza del sobrepeso y la obesidad, es el
primero que lo hace utilizando tejidos humanos y observando sus efectos en
nuestras células.
Los resultados refuerzan, además, la tesis de que la exposición combinada a varias sustancias multiplica su efecto disruptor
sobre el sistema hormonal.
Al igual que las hormonas, los contaminantes
hormonales pueden tener efectos sobre la salud a bajas concentraciones. Aunque
se suele argumentar que la ingesta a través de los alimentos y el
agua suele ser inferior a los niveles considerados peligrosos,
se desconoce aún el efecto que podría tener la exposición a la suma de todas
ellas.
PLAGUICIDAS
Entre las sustancias que estudios previos han
identificado como obesógenas se encuentran, por ejemplo, los ftalatos, el bisfenol A y
algunos pesticidas.
Para reducir la exposición a este tipo de
sustancias podemos tomar algunas medidas, como
dar prioridad a los alimentos y cosméticos ecológicos, evitar los productos
enlatados, no calentar los alimentos en envases de plástico o deshacerse de los
ambientadores sintéticos.
Publicado
por “Isis Alada” Vida Sana
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