El Músculo Psoas está
íntimamente conectado con la ancestral reacción de “lucha-huida” que permite a
los animales defenderse en una situación de peligro. Es el corazón de los
músculos implicados y su mal funcionamiento acarrea complicaciones en tu
cuerpo.
porJose Luis Penadés
La
importancia del Músculo Psoas en estados físicos y emocionales
El Músculo Psoas es un músculo
que conecta la parte superior e inferior del cuerpo, realiza una función de
estabilización de la columna vertebral.
¿Sientes agotamiento
general?, ¿Te
duele la espalda incluso en la cama? ¿Sientes inseguridad?
Actúa en armonía con el
diafragma, vinculando los ritmos del movimiento del cuerpo con los ritmos
respiratorios, y entre ambos realizan un continuo masaje sobre la columna
vertebral, los órganos, los vasos sanguíneos y los nervios del tronco,
estimulando el movimiento de los fluidos por todo el cuerpo.
Sentirse
centrado:
El Músculo Psoas es un
eje físico de un cuerpo equilibrado y estable. Es un músculo vital en todo
movimiento que implique equilibrio, rotación del tronco y de las piernas y en
definitiva, cualquier movimiento general del cuerpo.
Si este músculo se usa
constantemente para corregir la estabilidad interna, al cabo del tiempo puede
empezar a perder flexibilidad y a acortarse de forma crónica, provocará que
otros músculos del abdomen y de la espalda se vean obligados a compensar el equilibrio
y empiecen a endurecerse también. Estos trastornos provocarán, a la larga,
lesiones crónicas en la espalda, la cabeza del fémur o las rodillas.
Corazón
de las emociones:
Con un abdomen
habitualmente en tensión y comprimido, una vitalidad disminuida y una
respiración alterada, es comprensible que el Psoas conlleve alteraciones
emocionales.
Puede que mucha de esa
ansiedad que nos atenaza, o parte de esa apatía crónica que nos oprime esté
relacionada con el Psoas. Igualmente, la sensación permanente de inseguridad
que algunas personas experimentan puede estar directamente conectada con el
sobreesfuerzo continuo por mantener el equilibrio del esqueleto.
El Músculo Psoas está
íntimamente conectado con la ancestral reacción de “lucha-huida” que permite a
los animales defenderse en una situación de peligro, cuando deben enfrentarse a
un agente externo. Tanto si nos encogemos en una posición fetal protectora,
como si saltamos desde el suelo para correr, el Músculo Psoas es el corazón de
los músculos implicados, el primero en reaccionar.
Un músculo Psoas
crónicamente contraído está enviando al resto del cuerpo una señal de alerta,
lo que afecta al sistema nervioso, agota a las glándulas suprarrenales y
debilita el sistema inmunitario. Si nos sentimos agresivos a menudo, y sin
razón aparente, es posible que el Psoas tenga mucho que ver.
¿Qué
es luchar-huir?
Walter Bradford Cannon,
un fisiólogo estadounidense de Harvard a principios de la década de 1900, originalmente
acuñó el término “luchar o huir”. El Instituto Americano de Estrés define la
respuesta de lucha o huida como:
“Una respuesta fisiológica al estrés que se produce en
presencia de algo aterrador, ya sea mental o físicamente”.
Una vez que la mente
reconoce la presencia de algo aterrador, la liberación de ciertas hormonas está
en el centro de la activación de la respuesta de lucha y huida. A partir de
ahí, el sistema nervioso simpático se hace cargo, provocando
cambios físicos en tu cuerpo que te preparan para luchar o huir.
¿Que
pasa al relajar el Músculo Psoas?:
Desarrollar la confianza
en el equilibrio de nuestro esqueleto, en vez de buscar el equilibrio mediante
tensiones musculares es lo correcto. Un cuerpo relajado sostiene su peso de
manera natural sobre su propia estructura ósea: los músculos están para mover
los huesos, no para apuntalar el peso del cuerpo.
Cuando aprendemos a
repartir el peso sobre el esqueleto y a sostenerlo sin esfuerzo, la sensación
se traduce en una actitud emocional de seguridad y equilibrio. Las
articulaciones “fluirán” sin esfuerzo, dando a todo movimiento una sensación de
continuidad y armonía.
Acostumbrarnos a la inestabilidad:
Liberar el Músculo Psoas,
al principio puede ser problemático. Al intentar “dejar ir” la musculatura,
puede invadirnos una sensación de vértigo. Acostumbrados a sostenernos mediante
contrafuerzas musculares, hemos perdido la confianza en nuestra estructura
ósea, y podemos creer que nos vamos a desmoronar.
Los primeros ejercicios
de relajación pueden dar una primera impresión de inestabilidad, que es
pasajera. Asimismo, una vez que hayamos aprendido a sentir nuestros músculos y
empecemos a relajarlos, podremos atravesar una etapa de emociones confusas.
Es normal, ya que la
atrofia del Músculo Psoas suele estar relacionada con problemas emocionales, y
para liberar este músculo, como en cualquier tratamiento o cura, primero hay
que abandonar los viejos esquemas y depurar los elementos dañinos, permitiendo
que afloren.
Un
Músculo Psoas “acortado” puede condicionar el patrón respiratorio:
El Músculo Psoas está estrechamente relacionado con el diafragma a través de una capa de tejido fascial que los conecta. Esto hace que la tensión del Músculo Psoas puede comprometer potencialmente al patrón respiratorio. Una correcta activación relajación del Músculo Psoas supondrá el mismo efecto en el diafragma haciendo de la respiración una tarea más fácil.
La
posición de nuestra cabeza puede verse afectada por un músculo psoas
“acortado”:
A través de las
inserciones que este Músculo Psoas posee a lo largo de la columna dorsal y
lumbar lo que en este acontece afectará de manera directa al diafragma, al
trapecio, al cuadrado lumbar que también son fijados a estas vértebras. Es por
ello que, la excesiva tensión en el Músculo Psoas puede condicionar la
funcionalidad de la parte superior del tronco, caja torácica y por supuesto la
situación de la cabeza respecto al eje.
La
cuestión es:
¿Cómo podemos los seres
humanos liberarnos de la inmovilidad? Salir de este estado de congelación puede
ser una experiencia tremendamente energética.
Sin un cerebro racional,
los animales no lo piensan dos veces, simplemente actúan. Sin embargo, cuando
los humanos comenzamos a salir de la respuesta de inmovilidad, a menudo nos
asusta la intensidad de nuestra propia energía y de la agresividad latente, y
nos revelamos contra el poder de las sensaciones. Esta evitación impide la
descarga completa de la energía necesaria para restaurar el normal
funcionamiento del sistema.
En
“Penadés Terapia” te ayudaré a diagnosticar su estado, a tratarlo y liberarlo
de forma sencilla y te acompañaré en el proceso de adaptación de ese “Nuevo
equilibrio” en un doble beneficio, físico y emocional.
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