CANCER, APUESTA POR LA
VIDA
Afrontar, comprender y tratar el cáncer
desde una perspectiva integral.
El libro que ha cambiado la vida de tantas personas ahora completamente gratis para todos + novedades y actualizaciones.
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Hay otras maneras de
introducir cantidades extra de oxígeno en el organismo que han demostrado
producir resultados extraordinariamente positivos sobre diferentes afecciones,
incluido el cáncer.
Una de estas formas consiste en utilizar el peróxido de hidrógeno o, también, peróxido de magnesio. El primero le puede resultar familiar pues se trata, ni más ni menos, que del "agua oxigenada" comunmente usada como antiséptico en muchos hogares.
El "agua oxigenada" o solución de peróxido de hidrógeno al 3% tiene en su molécula un átomo más de oxígeno. Mientras la fórmula química del agua corriente es H2O, la del "agua oxigenada" es H2O2. Los preparados de "agua oxigenada" para uso doméstico son diluciones al 3% de peróxido de hidrógeno. El átomo adicional de oxígeno le proporciona un gran poder oxidante y esterilizante. Sin embargo sus efectos antimicrobianos son considerados un tanto fugaces pues la catalasa (una enzima presente en los tejidos del cuerpo) la descompone rápidamente en agua y oxígeno molecular. Y es precisamente este oxígeno el que resulta tan interesante como para dedicarle un capítulo.
El uso del peróxido de hidrógeno, de manera adecuada, por vía interna es un método extraordinariamente barato y eficaz para introducir oxígeno puro en los tejidos corporales, estimulando el normal metabolismo oxidativo y dificultando el de las células cancerosas. Asimismo se ha demostrado que el peróxido de hidrógeno favorece la eliminación de toxinas derivadas de la misma actividad metabólica al estimular numerosas enzimas.
UN COMPUESTO AMIGABLE
El peróxido de hidrógeno se produce normalmente en nuestro organismo como eslabón del propio metabolismo. También es usado como arma química por los macrófagos para eliminar bacterias, hongos u otros microorganismos extraños. Por otra parte, se sabe que es un gran estimulador de los linfocitos NK (NK = Natural Killer o asesinos por naturaleza) que son células especializadas en destruir, entre otros elementos extraños, a las células cancerosas. Si bien hace algún tiempo se pensaba que se trataba de un elemento residual peligroso hoy no hay más remedio que reconocer que cumple funciones importantísimas en nuestro organismo, aunque la mayoría de ellas sean bastante desconocidas.
Numerosas frutas y verduras contienen proporciones variables de peróxido de hidrógeno. También se encuentra en destacables proporciones en el calostro de las lactantes, que tan importante es para el buen desarrollo del bebé.
Se ha utilizado el peróxido de hidrógeno por vía interna, desde hace más de un siglo, en el tratamiento de la sífilis, asma, enfisema, artritis y otros procesos reumáticos y con no poco éxito a tenor de los numerosos testimonios y resultados que se han publicado. Es bastante conocido que el famoso Dr.Christian Barnard (a quien se atribuyó el primer transplante de corazón) utilizó el peróxido de hidrógeno para tratar su artritis.
Son tantos los trabajos científicos serios que existen sobre el tratamiento con peróxido de hidrógeno que creo innecesario abultar este texto con ellos. En las experiencias con animales se consiguen remisiones completas de diversos tipos de tumores tan sólo con añadir al agua de beber una pequeña proporción de este compuesto. Algunos de los textos propuestos en la sección de bibliografía le proporcionarán una base de datos más amplia.
Mientras tanto vayamos a lo práctico.
¿Cómo se utiliza el peróxido de hidrógeno?
- En forma de perfusiones intravenosas de una solución de 3 mililitros de peróxido de hidrógeno al 35% y 7,5 mililitros de dimetilsulfóxido al 99,9% en 250 mililitros de solución de dextrosa al 5%. Perfusión lenta, tardando en completarla unas dos horas. Obviamente este tratamiento sólo puede efectuarse en clínicas especializadas.
- Por vía oral, diluyendo treinta (30) gotas de agua oxigenada al 3% en 250 c.c. (centímetros cúbicos o mililitros) de agua destilada. O bien, tres (3) gotas de peróxido de hidrógeno al 35% en el mismo volumen de agua.
Esta cantidad se bebe tres veces al día, siempre con el estómago vacío.
Cada día se van aumentando diez (10) gotas en el primer caso o una (1) en el segundo hasta llegar a doscientoscincuenta (250) o veinticinco (25), según la solución elegida.
En algunos casos llega un momento en que la disolución produce sensación de náusea. En este caso se disminuye secuencialmente el número de gotas hasta que no produzca malestar alguno. Encontrada la dosis tolerable se continúa tomándola tres veces al día hasta que los resultados sean concluyentemente positivos.
A partir de entonces la dosis tolerada se toma un día sí y otro no durante una semana. Luego cada tres días durante dos semanas más. Después cada cuatro días durante tres semanas. Finalmente entre 50 y 150 gotas (5 y 15 si se utiliza peróxido de hidrógeno al 35%) una vez por semana.
Puede repetirse el tratamiento desde el principio tras tres meses con la dosis de mantenimiento. Lo ideal es que después de un tratamiento inicial de catorce semanas pueda prescindirse del peróxido de hidrógeno al estar siguiendo el resto de las indicaciones de este libro.
Muy importante: No se puede utilizar "agua oxigenada" que contenga estabilizantes químicos. No se puede utilizar "agua oxigenada" neutra y/o estabilizada. Asegúrese de obtener una solución pura de peróxido de hidrógeno al 3%. Pregunte al farmacéutico o a su médico. Eso si, no piense que encontrará a muchos dispuestos a apoyarle para seguir este tratamiento dado que el que no haya hecho un esfuerzo intencional para documentarse simplemente no tendrá información sobre las posibilidades del peróxido de hidrógeno en el tratamiento del cáncer. Todo ello a pesar de existir una amplísima información publicada y numerosas experiencias concluyentes.
El peróxido de hidrógeno al 35% no debe ser tomado jamás sin diluir pues podría producir lesiones químicas.
Existen otros preparados que comercialmente denominan "oxígeno estabilizado". La mayor parte a base de compuestos de varios átomos de oxígeno por molécula. Otros presentan peróxido de hidrógeno estabilizado en un compuesto de jugo de Aloe vera que, según dicen, evita la sensación de náusea con las dosis más elevadas. Finalmente también se comercializan cápsulas o polve de peróxido magnésico. Todos estos preparados pudieran resultar interesantes y sus precios son muy variables. En todo caso no tengo todavía experiencias prácticas con ellos. Si se decide a usarlos siga las indicaciones del fabricante.
El peróxido de magnesio que se presenta en forma de polvo blanco, ligero, casi insoluble en agua se suele tomar en la cantidad de 150 a 500 miligramos tres veces al día, acompañados de bastante agua o, mejor, revolviendo el polvo de cada toma en 250 c.c. o mililitros de agua destilada. Funciona igual que el peróxido de hidrógeno, incluyendo sus benéficos efectos en la gota y el reumatismo. También puede resultar algo laxante a las dosis más altas.
OTRAS APLICACIONES:
Las soluciones de peróxido de hidrógeno al 3% (agua oxigenada) diluidas, a su vez, al 50% en agua se pueden usar como un buen antiséptico bucal en la prevención de afecciones dentales, bucales y faríngeas realizando enjuagues, buches o gargarismos.
El tratamiento propuesto en este capítulo también resulta de particular interés en todas las patologías que cursan, o derivan de, una mala oxigenación de los tejidos como: crisis de angina de pecho, asma, enfisema, bronquitis crónica, sinusitis, candidiasis, dolores de cabeza, pérdida de memoria o vivacidad intelectual y fatiga crónica. En tales casos se añaden veinte (20) gotas de la solución de peróxido de hidrógeno al 3% a 250 c.c. o mililitros de agua destilada tomándolo tres veces al día, siempre con el estómago vacío. A esta cantidad debe llegarse progresivamente comenzando por diez gotas tres veces al día y subiendo una gota cada dos días hasta alcanzar la recomendada.
Lo anterior es también muy útil para aquellos que han sido operados o tratados con quimioterapia o radioterapia, para dificultar el desarrollo de recidivas por medio de la correcta oxigenación tisular.
UNA BUENA RECOMENDACION
Tomar diariamente un suplemento vitamínico-mineral rico en antioxidantes es de interés general y, aún más, en el curso de la aplicación de terapias oxidantes. Consígase un buen suplemento nutricional rico en antioxidantes y tómelo en medio de las comidas. Mejorará extraordinariamente la respuesta de su organismo.
Una de estas formas consiste en utilizar el peróxido de hidrógeno o, también, peróxido de magnesio. El primero le puede resultar familiar pues se trata, ni más ni menos, que del "agua oxigenada" comunmente usada como antiséptico en muchos hogares.
El "agua oxigenada" o solución de peróxido de hidrógeno al 3% tiene en su molécula un átomo más de oxígeno. Mientras la fórmula química del agua corriente es H2O, la del "agua oxigenada" es H2O2. Los preparados de "agua oxigenada" para uso doméstico son diluciones al 3% de peróxido de hidrógeno. El átomo adicional de oxígeno le proporciona un gran poder oxidante y esterilizante. Sin embargo sus efectos antimicrobianos son considerados un tanto fugaces pues la catalasa (una enzima presente en los tejidos del cuerpo) la descompone rápidamente en agua y oxígeno molecular. Y es precisamente este oxígeno el que resulta tan interesante como para dedicarle un capítulo.
El uso del peróxido de hidrógeno, de manera adecuada, por vía interna es un método extraordinariamente barato y eficaz para introducir oxígeno puro en los tejidos corporales, estimulando el normal metabolismo oxidativo y dificultando el de las células cancerosas. Asimismo se ha demostrado que el peróxido de hidrógeno favorece la eliminación de toxinas derivadas de la misma actividad metabólica al estimular numerosas enzimas.
UN COMPUESTO AMIGABLE
El peróxido de hidrógeno se produce normalmente en nuestro organismo como eslabón del propio metabolismo. También es usado como arma química por los macrófagos para eliminar bacterias, hongos u otros microorganismos extraños. Por otra parte, se sabe que es un gran estimulador de los linfocitos NK (NK = Natural Killer o asesinos por naturaleza) que son células especializadas en destruir, entre otros elementos extraños, a las células cancerosas. Si bien hace algún tiempo se pensaba que se trataba de un elemento residual peligroso hoy no hay más remedio que reconocer que cumple funciones importantísimas en nuestro organismo, aunque la mayoría de ellas sean bastante desconocidas.
Numerosas frutas y verduras contienen proporciones variables de peróxido de hidrógeno. También se encuentra en destacables proporciones en el calostro de las lactantes, que tan importante es para el buen desarrollo del bebé.
Se ha utilizado el peróxido de hidrógeno por vía interna, desde hace más de un siglo, en el tratamiento de la sífilis, asma, enfisema, artritis y otros procesos reumáticos y con no poco éxito a tenor de los numerosos testimonios y resultados que se han publicado. Es bastante conocido que el famoso Dr.Christian Barnard (a quien se atribuyó el primer transplante de corazón) utilizó el peróxido de hidrógeno para tratar su artritis.
Son tantos los trabajos científicos serios que existen sobre el tratamiento con peróxido de hidrógeno que creo innecesario abultar este texto con ellos. En las experiencias con animales se consiguen remisiones completas de diversos tipos de tumores tan sólo con añadir al agua de beber una pequeña proporción de este compuesto. Algunos de los textos propuestos en la sección de bibliografía le proporcionarán una base de datos más amplia.
Mientras tanto vayamos a lo práctico.
¿Cómo se utiliza el peróxido de hidrógeno?
- En forma de perfusiones intravenosas de una solución de 3 mililitros de peróxido de hidrógeno al 35% y 7,5 mililitros de dimetilsulfóxido al 99,9% en 250 mililitros de solución de dextrosa al 5%. Perfusión lenta, tardando en completarla unas dos horas. Obviamente este tratamiento sólo puede efectuarse en clínicas especializadas.
- Por vía oral, diluyendo treinta (30) gotas de agua oxigenada al 3% en 250 c.c. (centímetros cúbicos o mililitros) de agua destilada. O bien, tres (3) gotas de peróxido de hidrógeno al 35% en el mismo volumen de agua.
Esta cantidad se bebe tres veces al día, siempre con el estómago vacío.
Cada día se van aumentando diez (10) gotas en el primer caso o una (1) en el segundo hasta llegar a doscientoscincuenta (250) o veinticinco (25), según la solución elegida.
En algunos casos llega un momento en que la disolución produce sensación de náusea. En este caso se disminuye secuencialmente el número de gotas hasta que no produzca malestar alguno. Encontrada la dosis tolerable se continúa tomándola tres veces al día hasta que los resultados sean concluyentemente positivos.
A partir de entonces la dosis tolerada se toma un día sí y otro no durante una semana. Luego cada tres días durante dos semanas más. Después cada cuatro días durante tres semanas. Finalmente entre 50 y 150 gotas (5 y 15 si se utiliza peróxido de hidrógeno al 35%) una vez por semana.
Puede repetirse el tratamiento desde el principio tras tres meses con la dosis de mantenimiento. Lo ideal es que después de un tratamiento inicial de catorce semanas pueda prescindirse del peróxido de hidrógeno al estar siguiendo el resto de las indicaciones de este libro.
Muy importante: No se puede utilizar "agua oxigenada" que contenga estabilizantes químicos. No se puede utilizar "agua oxigenada" neutra y/o estabilizada. Asegúrese de obtener una solución pura de peróxido de hidrógeno al 3%. Pregunte al farmacéutico o a su médico. Eso si, no piense que encontrará a muchos dispuestos a apoyarle para seguir este tratamiento dado que el que no haya hecho un esfuerzo intencional para documentarse simplemente no tendrá información sobre las posibilidades del peróxido de hidrógeno en el tratamiento del cáncer. Todo ello a pesar de existir una amplísima información publicada y numerosas experiencias concluyentes.
El peróxido de hidrógeno al 35% no debe ser tomado jamás sin diluir pues podría producir lesiones químicas.
Existen otros preparados que comercialmente denominan "oxígeno estabilizado". La mayor parte a base de compuestos de varios átomos de oxígeno por molécula. Otros presentan peróxido de hidrógeno estabilizado en un compuesto de jugo de Aloe vera que, según dicen, evita la sensación de náusea con las dosis más elevadas. Finalmente también se comercializan cápsulas o polve de peróxido magnésico. Todos estos preparados pudieran resultar interesantes y sus precios son muy variables. En todo caso no tengo todavía experiencias prácticas con ellos. Si se decide a usarlos siga las indicaciones del fabricante.
El peróxido de magnesio que se presenta en forma de polvo blanco, ligero, casi insoluble en agua se suele tomar en la cantidad de 150 a 500 miligramos tres veces al día, acompañados de bastante agua o, mejor, revolviendo el polvo de cada toma en 250 c.c. o mililitros de agua destilada. Funciona igual que el peróxido de hidrógeno, incluyendo sus benéficos efectos en la gota y el reumatismo. También puede resultar algo laxante a las dosis más altas.
OTRAS APLICACIONES:
Las soluciones de peróxido de hidrógeno al 3% (agua oxigenada) diluidas, a su vez, al 50% en agua se pueden usar como un buen antiséptico bucal en la prevención de afecciones dentales, bucales y faríngeas realizando enjuagues, buches o gargarismos.
El tratamiento propuesto en este capítulo también resulta de particular interés en todas las patologías que cursan, o derivan de, una mala oxigenación de los tejidos como: crisis de angina de pecho, asma, enfisema, bronquitis crónica, sinusitis, candidiasis, dolores de cabeza, pérdida de memoria o vivacidad intelectual y fatiga crónica. En tales casos se añaden veinte (20) gotas de la solución de peróxido de hidrógeno al 3% a 250 c.c. o mililitros de agua destilada tomándolo tres veces al día, siempre con el estómago vacío. A esta cantidad debe llegarse progresivamente comenzando por diez gotas tres veces al día y subiendo una gota cada dos días hasta alcanzar la recomendada.
Lo anterior es también muy útil para aquellos que han sido operados o tratados con quimioterapia o radioterapia, para dificultar el desarrollo de recidivas por medio de la correcta oxigenación tisular.
UNA BUENA RECOMENDACION
Tomar diariamente un suplemento vitamínico-mineral rico en antioxidantes es de interés general y, aún más, en el curso de la aplicación de terapias oxidantes. Consígase un buen suplemento nutricional rico en antioxidantes y tómelo en medio de las comidas. Mejorará extraordinariamente la respuesta de su organismo.
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HIDROTERAPIA
DE COLON
No se salte este capítulo. Hasta ahora ha
leído ideas muy importantes. Si aceptamos las tesis de la Dra.Kousmine (y
comprenda que es bastante coherente) nuestro intestino se convierte, si no está
en buenas condiciones, en una fuente muy importante de auto-intoxicación.
Aceptando, además, que un tumor sea un mecanismo de defensa o, dicho de otra
forma, un foco de atracción de toxinas y microorganismos patógenos, convendrá
no solo proporcionar los materiales para una buena regeneración de su pared
sino evitar la permanencia de toxinas en su luz.
Desde hace miles de años parece que esta idea ha convivido con nosotros. Por eso la práctica del lavado intestinal ha perdurado hasta nuestro siglo formando parte de muchos sistemas destinados a promover la salud.
Liberar al intestino de la suciedad acumulada se traduce en una acrecentada sensación de bienestar físico y mental. La sangre se libra de toxinas y ello se nota claramente en la piel, que va adquiriendo un aspecto más limpio y saludable.
El estreñimiento es una causa importante de malestares y enfermedades. Casi todas las dolencias, según mi experiencia, mejoran en mayor o menor grado con un intestino limpio. Aún así, un funcionamiento regular del intestino no lo es todo. Podemos evacuar todos los días y continuar intoxicándonos debido a una alteración de la permeabilidad intestinal. Parte de la solución está expuesta en el capítulo anterior. La información relativa a este importante aspecto se completa con la lectura atenta de estas lineas.
La hidroterapia de colon es un sistema moderno de limpieza intestinal que se realiza en centros especializados. Una cánula introducida en el recto permite hacer pasar al interior del intestino agua limpia a una temperatura controlada. Posteriormente es absorbida con todos los detritus por otro orificio de la misma cánula. El procedimiento es sencillo pero muy efectivo. Los resultados positivos sobre todo el organismo son fácilmente evidenciables.
La hidroterapia de colon es altamente recomendable tanto para personas sanas como enfermas. Tal vez cerca de su casa haya un centro donde se aplique. Es recomendable cada quince días o cada mes una limpieza de este tipo.
A la persona que padece cáncer le sugiero, además, realizar un sencillo lavado intestinal en su propia casa. Basta adquirir en la farmacia un "enteroclisma". Consiste en una bolsa de plástico con un tubo en cuyo extremo hay una cánula con un pequeño grifo.
Una vez nos hemos hecho con este sencillo instrumento prepararemos una infusión de manzanilla (dos bolsitas pequeñas para dos litros de agua) o de café natural, no torrefacto (dos cucharadas de café molido para dos litros de agua). Emplearemos agua sin cloro (de manantial, mineral o embotellada). Se cuela si es necesario y se deja enfriar hasta que esté a la temperatura del cuerpo.
Para aplicarlo podemos tendernos sobre una toalla en el mismo cuarto de baño. Podremos un litro en la bolsita y eliminaremos el aire del tubo. Colgaremos la bolsa en un lugar apropiado de manera que esté más alta que nuestro cuerpo cuando se halle recostado en la toalla, en el suelo. Acostados sobre el lado izquierdo del cuerpo introducimos la cánula (con el grifo cerrado) en el recto. En caso de tener dificultades usaremos algo de vaselina o aceite pero, en realidad, es muy fácil pues se trata de una cánula muy fina. Luego basta abrir el grifo para que el líquido entre suavemente en el intestino.
La primera vez, por la abundancia de residuos, es probable que se experimente una molesta sensación de presión al poco rato e intensos deseos de evacuar. Si es así, aún antes de haber hecho pasar el litro, cerraremos el grifo, sacaremos la cánula y evacuaremos tranquilamente en el inodoro.
El segundo litro (que ya estará un poco más fresco) nos lo pondremos acostados sobre el lado derecho. Si es posible lo retenemos unos minutos, los que sea cómodo, y lo expulsaremos.
Este sencillo procedimiento, en el caso de sufrir un proceso neoplásico, deberemos transformarlo en una rutina diaria, junto a las demás ideas que irá incorporando a su vida con la lectura y comprensión de este texto.
Es interesante, tras este lavado intestinal, instilar en el recto, con una pera de goma, 100 mililitros de aceite de girasol virgen prensado en frío y retenerlo (no expulsarlo) con el fin de que sea absorbido proveyendo al organismo de elementos regeneradores que le son muy necesarios.
En general no existe contraindicación alguna para esta práctica y no debe producir ningún efecto indeseable. Si acaso cierto grado de hipotensión en algunas personas bien por el acto de acostarse e incorporarse, por la evacuación abundante o por una reacción a la estimulación intestinal. Por tal motivo le recomiendo que, en principio, haga esta práctica cuando haya alguien en casa y no cierre con pestillo el cuarto de baño. Si nota algún mareo tiéndase en la toalla inmediatamente.
La práctica del lavado intestinal se traduce en una general sensación de bienestar y energía. Contribuye de una manera decisiva a impedir la acumulación de gérmenes y toxinas en el sistema.
La flora intestinal benéfica no sufre con el lavado intestinal. En todo caso las amigables bacterias que nos son útiles tendrán un terreno propicio para reproducirse y realizar sus funciones. Basta tomar, para ayudarlas, una cucharada de vinagre de manzana (con las ensaladas, por ejemplo), un buen yogur, kéfir o productos especialmente compuestos para tal fin como el Lacticol (Soria Natural) o similares destinados a apoyar la flora intestinal que encontrará en su centro dietético.
Cualquier persona sana debería practicar un lavado intestinal cada semana o cada quince días como parte de su higiene normal. Para ello puede alternar las dos infusiones que le sugiero para preparar el agua.
¿Lo ha entendido? No es cuestión de si le gusta o no sino de practicarlo y obtener el beneficio.
Desde hace miles de años parece que esta idea ha convivido con nosotros. Por eso la práctica del lavado intestinal ha perdurado hasta nuestro siglo formando parte de muchos sistemas destinados a promover la salud.
Liberar al intestino de la suciedad acumulada se traduce en una acrecentada sensación de bienestar físico y mental. La sangre se libra de toxinas y ello se nota claramente en la piel, que va adquiriendo un aspecto más limpio y saludable.
El estreñimiento es una causa importante de malestares y enfermedades. Casi todas las dolencias, según mi experiencia, mejoran en mayor o menor grado con un intestino limpio. Aún así, un funcionamiento regular del intestino no lo es todo. Podemos evacuar todos los días y continuar intoxicándonos debido a una alteración de la permeabilidad intestinal. Parte de la solución está expuesta en el capítulo anterior. La información relativa a este importante aspecto se completa con la lectura atenta de estas lineas.
La hidroterapia de colon es un sistema moderno de limpieza intestinal que se realiza en centros especializados. Una cánula introducida en el recto permite hacer pasar al interior del intestino agua limpia a una temperatura controlada. Posteriormente es absorbida con todos los detritus por otro orificio de la misma cánula. El procedimiento es sencillo pero muy efectivo. Los resultados positivos sobre todo el organismo son fácilmente evidenciables.
La hidroterapia de colon es altamente recomendable tanto para personas sanas como enfermas. Tal vez cerca de su casa haya un centro donde se aplique. Es recomendable cada quince días o cada mes una limpieza de este tipo.
A la persona que padece cáncer le sugiero, además, realizar un sencillo lavado intestinal en su propia casa. Basta adquirir en la farmacia un "enteroclisma". Consiste en una bolsa de plástico con un tubo en cuyo extremo hay una cánula con un pequeño grifo.
Una vez nos hemos hecho con este sencillo instrumento prepararemos una infusión de manzanilla (dos bolsitas pequeñas para dos litros de agua) o de café natural, no torrefacto (dos cucharadas de café molido para dos litros de agua). Emplearemos agua sin cloro (de manantial, mineral o embotellada). Se cuela si es necesario y se deja enfriar hasta que esté a la temperatura del cuerpo.
Para aplicarlo podemos tendernos sobre una toalla en el mismo cuarto de baño. Podremos un litro en la bolsita y eliminaremos el aire del tubo. Colgaremos la bolsa en un lugar apropiado de manera que esté más alta que nuestro cuerpo cuando se halle recostado en la toalla, en el suelo. Acostados sobre el lado izquierdo del cuerpo introducimos la cánula (con el grifo cerrado) en el recto. En caso de tener dificultades usaremos algo de vaselina o aceite pero, en realidad, es muy fácil pues se trata de una cánula muy fina. Luego basta abrir el grifo para que el líquido entre suavemente en el intestino.
La primera vez, por la abundancia de residuos, es probable que se experimente una molesta sensación de presión al poco rato e intensos deseos de evacuar. Si es así, aún antes de haber hecho pasar el litro, cerraremos el grifo, sacaremos la cánula y evacuaremos tranquilamente en el inodoro.
El segundo litro (que ya estará un poco más fresco) nos lo pondremos acostados sobre el lado derecho. Si es posible lo retenemos unos minutos, los que sea cómodo, y lo expulsaremos.
Este sencillo procedimiento, en el caso de sufrir un proceso neoplásico, deberemos transformarlo en una rutina diaria, junto a las demás ideas que irá incorporando a su vida con la lectura y comprensión de este texto.
Es interesante, tras este lavado intestinal, instilar en el recto, con una pera de goma, 100 mililitros de aceite de girasol virgen prensado en frío y retenerlo (no expulsarlo) con el fin de que sea absorbido proveyendo al organismo de elementos regeneradores que le son muy necesarios.
En general no existe contraindicación alguna para esta práctica y no debe producir ningún efecto indeseable. Si acaso cierto grado de hipotensión en algunas personas bien por el acto de acostarse e incorporarse, por la evacuación abundante o por una reacción a la estimulación intestinal. Por tal motivo le recomiendo que, en principio, haga esta práctica cuando haya alguien en casa y no cierre con pestillo el cuarto de baño. Si nota algún mareo tiéndase en la toalla inmediatamente.
La práctica del lavado intestinal se traduce en una general sensación de bienestar y energía. Contribuye de una manera decisiva a impedir la acumulación de gérmenes y toxinas en el sistema.
La flora intestinal benéfica no sufre con el lavado intestinal. En todo caso las amigables bacterias que nos son útiles tendrán un terreno propicio para reproducirse y realizar sus funciones. Basta tomar, para ayudarlas, una cucharada de vinagre de manzana (con las ensaladas, por ejemplo), un buen yogur, kéfir o productos especialmente compuestos para tal fin como el Lacticol (Soria Natural) o similares destinados a apoyar la flora intestinal que encontrará en su centro dietético.
Cualquier persona sana debería practicar un lavado intestinal cada semana o cada quince días como parte de su higiene normal. Para ello puede alternar las dos infusiones que le sugiero para preparar el agua.
¿Lo ha entendido? No es cuestión de si le gusta o no sino de practicarlo y obtener el beneficio.
Afrontar, comprender y tratar el cáncer
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Publicado por
“Isis Alada” Vida Sana🌹
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