lunes, 19 de noviembre de 2018

Los aditivos de origen animal que se pueden colar en tu dieta-No te puedes fiar. Los aditivos de origen animal se encuentran donde menos te los esperas. Te ofrecemos la lista de "números E" e ingredientes no aptos para veganos.



Los aditivos de origen animal que se pueden colar en tu dieta

No te puedes fiar. Los aditivos de origen animal se encuentran donde menos te los esperas. Te ofrecemos la lista de "números E" e ingredientes no aptos para veganos.

Manuel Núñez
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Si eres un consumidor consciente estarás acostumbrado a realizar el siguiente ritual en el supermercado: leer la lista de ingredientes de productos similares y quedarte con el que contiene menos aditivos alimentarios. Y das por supuesto que será el de más calidad y más sano.

Si tienes buena información, puedes discriminar entre aditivos malos, menos malos e inocuos. Pero si eres vegetariano o vegano tendrás que reconocer además los que son de origen animal o han recurrido a materias animales en su proceso de producción. Entonces las cosas se complican bastante.

Aditivos de origen animal

En pocos casos los aditivos revelan su origen animal en el nombre. Muchos se ocultan tras un número E o una denominación química que nos dice muy poco. Es necesario investigar cada uno de los aditivos e ingredientes, labor a la que se han encomendado asociaciones veganas y expertos en nutrición.

E 120 - Cochinilla, ácido carmínico o carmines

Se trata de un colorante natural que se obtiene desecando las hembras fertilizadas de cochinillas escarlatas, pequeños insectos que viven en los cactus.

E 441 - Gelatina

La piel que se desecha de la industria del cuero, los huesos y los tejidos no aprovechables de los mataderos acaba convirtiéndose, después de un proceso químico de transformación y depuración, en la gelatina con la que se producenpostres infantiles y otros alimentos. La gelatina acaba tomando forma de reluciente flan o se añade a tartas y a un sinfín de llamativos productos.

E 901 - Cera de abejas blanca y amarilla

Además de proceder de las colmenas, la cera amarilla puede contener impurezas, procedentes de los productos químicos que utilizan los apicultores, con efectos sobre la salud.

E 913 - Lanolina. Es una secreción de las glándulas sebáceas de las ovejas

Recién obtenida de los vellones es una sustancia amarilla y marronácea maloliente, que se refina y acaba formando parte de la composición de, por ejemplo, los chicles, entre otros muchos productos.

E 966 - Lactitol

Se obtiene del azúcar de la leche, la lactosa.

E 1105 - Lisozima

Aunque es posible fabricarla sintéticamente, la lisozima es una enzima que se obtiene principalmente a partir de la clara del huevo de gallina. Se encuentra a menudo en los quesos en lonchas y para mejorar el aroma de judías y guisantes.
INOCUOS

4 aditivos que no deben preocuparte


QUÍMICOS Y SOBREPESO


Aditivos sospechosos

Otros aditivos pueden ser obtenidos tanto de tejidos animales como de materias primas vegetales. La única manera de saberlo en un producto concreto es que esté certificado como vegano.

La lista de estos aditivos dudosos es muy larga. En algunas páginas webs se encuentran decenas, pero no siempre la información es fiable o está actualizada. En muchos casos el origen animal era cierto hace unos años, pero los procesos de producción han evolucionado y actualmente se obtienen a partir de cultivos bacterianos o síntesis química.

Algunos de los aditivos que se usan frecuentemente y que pueden ser con bastantes probabilidades de origen animal son los siguientes:

E 422 - Glicerol

Es un disolvente que se obtiene tanto de fuentes vegetales (de las habas de soja o del aceite de palma) como animales (sebo de terneras, corderos, etc).

E 471 - Mono y digliceridos de ácidos grasos

Aunque se pueden extraer de varias semillas, la principal materia prima son las grasas que pueden ser de origen animal, que se tratan con glicerol (E 422).

E 631 - Inosinato disódico

Es un potenciador del sabor que se puede obtener por fermentación de azúcares, pero frecuentemente se fabrica a partir de materias primas de origen animal.


ADITIVOS


Dentro de los aditivos dudosos habría que sumar los aromas naturales y algunos ingredientes funcionales (aquellos que aportan algún valor nutricional):

Ácidos grasos omega-3

El prestigio saludable de esta familia de ácidos grasos hace que se hallen entre los más añadidos a una amplísima variedad de productos comerciales. Para los veganos el problema es que se obtiene generalmente de pescados, aunque podrían extraerse de algas.

Vitamina D

La vitamina D con que se enriquecen algunos alimentos, especialmente cereales para el desayuno y leches vegetales, suele ser de origen animal: se obtiene de la lanolina de la lana de oveja.

Es posible enriquecer con vitamina D2, de origen vegetal, pero la única manera de estar seguro de que esta ha sido la opción elegida es que aparezca especificado en la lista de ingredientes o que el producto posea una certificación vegana.
Los aditivos ocultos sin etiqueta

En los productos frescos que se venden a granel no existe la obligación de informar sobre los aditivos utilizados, y algunos pasan inadvertidos y también pueden ser de origen animal.

Es el caso del E 904, la goma laca, que se utiliza para proteger y dar un atractivo brillo a, por ejemplo, las manzanas, los aguacates y las naranjas. Se obtiene de la secreción de las hembras de un pequeño insecto rojo, llamado gusano de la laca (Laccifer lacca).

Además de los alimentos y aditivos de origen animal, los vegetarianos y veganos también evitan los alimentos en cuya producción de han utilizado materiales de origen animal. Por eso existe el vino y la cerveza veganas, porque sus elaboradores han evitado el uso de filtros clarificadores a base de gelatina animal.

Pero es menos conocido que estos filtros también se utilizan para filtrar la pulpa de los zumos de frutas… una razón más para consumir las frutas enteras o preferir los que conservan la fibra.

En la producción de otro producto tan común como el azúcar de caña también se recurre a menudo a un producto de origen animal, el carbón de hueso.

Como ves, no es fácil estar seguro de que el alimento comercial más aparentemente vegetal esté relacionado de alguna manera con aditivos y materias primas de origen animal. La garantía la encontrarás en los alimentos vegetales naturales y enteros y en los productos que cuenten con una certificación vegetariana o vegana
E-321, el aditivo que te da hambre

¿Engordas y no sabes por qué? Algunos productos químicos presentes en los alimentos y el medio ambiente hacen más difícil que nos sintamos saciados, entre ellos un conservante utilizado en los cereales de desayuno.
Mayra Paterson
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Nuestro apetito está regulado por hormonas, y algunas sustancias químicas que interfieren en su funcionamiento podrían boicotear nuestra sensación de saciedad. Estas sustancias obstaculizarían las señales que el sistema digestivo envía al cerebro para avisarle de que tenemos el estómago lleno y hemos comido suficiente.

Así lo ha observado en células madre humanas un equipo de científicos del Centro Médico Cedars-Sinai de Estados Unidos tras analizar concretamente los efectos de tres sustancias en los mecanismos de regulación del apetito: el butilhidroxitolueno (BHT), el ácido perfluorooctanoico (PFOA) y el tributilestaño (TBT).

Las tres sustancias se encuentran en la cadena alimentaria, a la que pueden llegar por diferentes vías. La primera es un aditivo alimentario que se usa habitualmente como conservante en alimentos muy diversos. También es el que presentó el efecto perturbador más marcado.

Disruptores endocrinos que interfieren en el apetito

La selección de las sustancias no es arbitraria. Las tres abundan en nuestro entorno, están consideradas como disruptores endocrinos, y estudios previos las han relacionado con un aumento del riesgo de obesidad.

El estudio, publicado en la revista Nature Communications, sugiere que al alterar las hormonas que regulan la comunicación entre el sistema digestivo y el cerebro, estas sustancias podrían llevar a comer más de lo necesario y a ir ganando peso con el tiempo.


SALUD AMBIENTAL


Anteriormente ya se había asociado la exposición a disruptores endocrinos a un mayor riesgo de sufrir sobrepeso y obesidad, pero solo mediante estudios hechos en animales. Ahora este estudio arroja luz al apuntar que este tipo de sustancias obesógenas podrían actuar influyendo en nuestro sistema de regulación del hambre.

No dejan que te sacies y alteran el metabolismo

Los investigadores se valieron para realizar el estudio de tejidos productores de hormonas obtenidos a partir de células madre humanas, un método que abre una nueva vía para estudiar el efecto de los disruptores endocrinos en personas, sin recurrir a animales.

A partir de células madre obtenidas de muestras de sangre se desarrollaron dos tipos de tejido: epitelial –como el que recubre los intestinos– y neuronal –como el del hipotálamo del cerebro, que se encarga de regular el apetito y el metabolismo–.

Los investigadores estudiaron a continuación los efectos de una exposición crónica de las células a los disruptores endocrinos, tanto de cada una de las sustancias por separado como combinadas entre sí.

Por separado, los tres compuestos afectaron a los sistemas de regulación del apetito y el metabolismo, pero su efecto combinado fue aún más pronunciado. Por un lado, volvían ineficaces a las hormonas mensajeras que envían señales de saciedad. Por otro lado, causaban daños en las mitocondrias, la estructura de las células que transforma los nutrientes y el oxígeno en energía.

Según Dhruv Sareen, doctor en ciencias biomédicas e investigador del estudio, el hecho de que los daños se produjeran en células jóvenes en una fase tan temprana de su ciclo de vida hace pensar que las alteraciones hormonales podrían afectar especialmente al feto durante el embarazo.

El peor, el BHT: un conservante alimentario

El butilhidroxitolueno (BHT) es un antioxidante sintético procedente de la industria petrolífera. Se utiliza habitualmente como conservante alimentario a fin de evitar sobre todo que se enrancien las grasas de ciertos productos.

En las etiquetas figura como el aditivo E-321 y suele utilizarse en combinación con el E-320 o butilhidroxianisol (BHA), otro aditivo cuyos efectos sobre la salud hormonal han sido cuestionados.

Dónde se encuentra el E-321

Al no degradarse con el calor, el BHT se incluye en horneados y fritos, como galletas, patatas fritas o repostería industrial. Puede encontrarse en algunos cereales de desayuno, frutos secos, sopas preparadas, mazapanes, purés instantáneos e incluso chicles. Algunos cosméticos y productos para el hogar contienen también este conservante.

Aparte de considerarse un disruptor endocrino, afecta al comportamiento de sustancias carcinógenas y se ha asociado a alteraciones en el sistema inmunitario, la sangre y el hígado. También es un reconocido alérgeno.

Como otros tóxicos persistentes, se acumula en el tejido graso del organismo. Esto hace que las mujeres, que en general tienen una mayor proporción de grasa en sus cuerpos, sean más vulnerables.


Otras sustancias que alteran tus hormonas y te dejan con hambre
Las otras dos sustancias analizadas en el estudio no se emplean directamente en los alimentos, pero pueden llegar a ellos y se ha detectado su presencia en nuestra sangre.

El ácido perfluorooctanoico (PFOA) es un polímero que se ha empleado ampliamente como revestimiento antiadherente de sartenes, ollas y cazuelastipo teflón, aunque en la actualidad existen alternativas libres de PFOA.

También se ha utilizado en hilos dentales y sobre todo en prendas impermeabilizadas de montaña. Con cada lavado la ropa libera partículas que contaminan el medio ambiente, donde pueden permanecer durante mucho tiempo y acumularse en los organismos vivos.

La Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) lo clasificó como disruptor endocrino en 2006 y se ha asociado con varios tipos de cáncer y con problemas de tiroides y de fertilidad. La Unión Europea limitó su uso recientemente, más de diez años después.


COCINA SANA


En cuanto al tributilestaño (TBT), su uso lleva ya una década restringido en la mayor parte del mundo. Este pesticida se había utilizado sobre todo en la pintura de piscinas y barcos para evitar que se incrustaran las algas.

Aunque no es un tóxico persistente, se degrada más fácilmente en la superficie del agua que cuando sedimenta; por eso puertos y marinas son las zonas donde más tiempo podría persistir. Resulta tóxico para peces, moluscos y otros organismos acuáticos, en los que se han observado efectos masculinizantes asociados a la exposición a esta sustancia.

El sobrepeso más allá del sedentarismo y la dieta

Los disruptores hormonales analizados en este estudio son solo una ínfima muestra de un gran número de sustancias sintéticas que se ha demostrado que actúan como contaminantes hormonales. En los últimos años los expertos han alertado de que el sedentarismo y la dieta no pueden explicar por sí solos el aumento del sobrepeso y la obesidad en los últimos tiempos y que la exposición continuada a multitud de estas sustancias podría estar favoreciéndolo.

Si bien este no es el primer estudio que relaciona esta exposición con la tendencia al alza del sobrepeso y la obesidad, es el primero que lo hace utilizando tejidos humanos y observando sus efectos en nuestras células.

Los resultados refuerzan, además, la tesis de que la exposición combinada a varias sustancias multiplica su efecto disruptor sobre el sistema hormonal.

Al igual que las hormonas, los contaminantes hormonales pueden tener efectos sobre la salud a bajas concentraciones. Aunque se suele argumentar que la ingesta a través de los alimentos y el agua suele ser inferior a los niveles considerados peligrosos, se desconoce aún el efecto que podría tener la exposición a la suma de todas ellas.


PLAGUICIDAS


Entre las sustancias que estudios previos han identificado como obesógenas se encuentran, por ejemplo, los ftalatos, el bisfenol A y algunos pesticidas.

Para reducir la exposición a este tipo de sustancias podemos tomar algunas medidas, como dar prioridad a los alimentos y cosméticos ecológicos, evitar los productos enlatados, no calentar los alimentos en envases de plástico o deshacerse de los ambientadores sintéticos.





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